By Angela Rojas y Regina Giraldo

Psicólogas, Terapeutas Familiares

@fundaterapia

Cuando entre dos personas se inicia una relación sentimental, se generan expectativas frente a lo que se espera de la otra persona, con deseos de lo que ocurrirá más adelante. Es normal esperar lo mejor, expresado en extrema valoración, o como se dice popularmente “poniendo al ser amado en las nubes, en un pedestal”.

El enamoramiento es la primera etapa del amor de la relación de pareja. Encontramos a dos personas que sienten gran atracción física y emocional, están en un momento de ilusión, tienen deseo de estar permanentemente el uno junto al otro, y se idealizan en una visión poco realista. Es el momento donde todo es maravilloso, donde cada uno muestra lo mejor de si mismo tratando de que los encuentros románticos sean positivos.

Cuando el enamoramiento empieza a cesar se acerca la madurez del amor. El ser idealizado poco a poco empieza a manifestar aspectos que ya no gustan tanto, haciéndose presente que hay lunares en la relación, en el otro o en la otra, ya no todo es hermoso. Es entonces el momento para aterrizar la imagen del ser amado, o para cerrar los ojos y decidir no ver los evidentes fallos.

Si ocurre lo primero empieza la desilusión, pero también la oportunidad para conocer en realidad al otro, y elegir libremente continuar en relación decidiendo mantener el vinculo y crecer en el amor compartido. El amor maduro es voluntad es “quiero quererte”.

La desilusión se define como la perdida de esperanzas y anhelos. Si hablamos de pareja, podemos decir que la desilusión es un fallo en las expectativas, de lo que uno o ambos esperan de la relación y de su futuro. En las postrimerías del enamoramiento, la desilusión directamente puede terminar con la relación, siendo completamente comprensible, ya que se está revelando a fondo la otra persona, y naturalmente aparece poco o mucho de lo no deseado.

La relación de pareja es cambiante y dinámica. Una vez se supera la etapa del enamoramiento, y se reafirma en el amor, se puede continuar una relación más sincera y realista, que madura con el tiempo queriendo y aceptando al otro como es.  Sin embargo, cada uno tiene expectativas propias acerca de lo que desea para su futuro, y acerca de lo que aspira de la pareja. Ambos tienen imaginarios del otro, de la relación, de los roles que desempeñaran en el hogar, de tener o tener hijos y la crianza de los mismos, de su vida sexual, de las relaciones con los amigos y con las familias de origen, y también de aspectos económicos y reparto de responsabilidades.

La desilusión aparece cuando lo que se quiere, lo deseos de la relación, o los sueños no corresponden con la realidad. Ello puede generar estrés, discusiones, y debilitamiento relacional.  El sentimiento de decepción y desilusión puede corresponder con distintos niveles de profundidad o gravedad, eso dependerá de la intensidad como se viva, y de la importancia que cada uno le atribuya a la situación.

Algunas situaciones o dilemas que pueden generar decepción o desilusión en la pareja.

  1. El compromiso y la confianza: Los comportamientos de “huida o evitación” de las responsabilidades, los eventos de infidelidad, la carencia o ausencia de ayuda, y la poca o nula valoración pueden generar vacío de relación con sensación de no estar mirando el mismo horizonte, transitando el mismo camino, o dirigirse hacia la misma meta.
  2. La vida sexual: la frecuencia, la satisfacción y los hábitos sexuales son importantes para las parejas. Los cambios, diferencias y problemas en esta área generan desilusión.
  3. La reacción frente a los problemas cotidianos: Causa decepción recibir comentarios o pedidos con enojo o agresividad, no ocuparse y evitar, alejarse o huir. El día a día de la vida en pareja “la monotonía”, las formas fallidas de abordar los obstáculos, la deficiente comunicación, y los retos laborales y familiares no asumidos.
  4. El manejo de control y poder en la relación: El desamor aparece disfrazado de decepción en los casos donde hay luchas de poder, celos no proporcionados o sin motivo, exigencias cotidianas sobredimensionadas, rigidez en la pauta relacional, competitividad, desconsideración, y el pseudoapoyo [anunciar apoyo o ayuda sin hacerlo efectivo].
  5. La situación económica: Las expectativas no cumplidas de vivir con comodidad o con cierto estatus se ven perjudicadas por el desempleo, la mala administración del dinero, las deudas y la sobrecarga frente a las obligaciones.
  6. Choque con roles tradicionales: En las relaciones de pareja cada uno asume un papel dentro de la relación. La mujer puede desear que el hombre asuma un rol más activo en el cuidado de la casa y educación de los hijos; y de otra parte el hombre pueden desear de la mujer mayor implicación en la distribución de la carga económica. Si bien estos aspectos y roles de genero están cambiando, la discordia y conflicto sobre el papel que cada uno asume en el hogar, influye en la percepción de bienestar o de desilusión.
  7. Ser pareja conyugal y padres: Cuando la pareja tiene hijos asume dos niveles de relación, tienen que procurar mantener la relación de pareja y a su vez distribuirse las obligaciones para la buena crianza de los hijos. En este aspecto puede existir desequilibrio generando desilusión, y ello a su vez afecta a la relación como padres y hacia los hijos
  8. Expectativas diferentes y cambiantes: Las personas van cambiando con la edad y las experiencias. Compatibilizar las diferencias de edad, de cultura y los proyectos de vida individuales es un reto, dado que cada persona cambia y busca no solo la consolidación de la pareja y un hogar, sino su propia autorrealización.

Perspectiva de Reparación

La desilusión puede dar pie a una visión de realidad que las parejas necesitan para sobrevivir. La pareja puede adaptarse a los nuevos retos, y reparar los sentimientos de pesar frente a asuntos deseados pero no concretados.

En terapia de pareja analizamos la decepción de los miembros de la pareja, viendo esas crisis como oportunidades para replantear la relación, aumentar la confianza y conocerse nuevamente para que la desilusión se transforme en un motivo de cambio. Las parejas en terapia pueden reinventarse, conocer sus límites y construir nuevos proyectos conjuntos. También pueden estabilizarse en comportamientos que sean adaptativos y buscar entre ambos coherencia entre lo que desean y la realidad, equilibrar y avanzar.

La desilusión ha de ser vista como un motor de cambio en la relación de pareja. La solución definitiva dependerá de la capacidad de afrontamiento.